El curso político arranca con las mismas tonterías con las que cerró el anterior. No es previsible un cambio de rumbo y casi está descartado que sea por mero desinterés -no son tan insensatos- aunque sí por pura incompetencia. De este modo, solo nos queda ponernos a rezar para que las previsiones hechas públicas este fin de semana por la CEOE en Tenerife en su informe de coyuntura del segundo trimestrese cumplan y que, efectivamente, la recesión quede atrás, para que al menos la cifra de paro (casi un 34%) no se eleve con la contrataciones que se puedan efectuar en el sector turístico por la influencia que tendrá el invierno de Egipto y su eventual desvío de visitantes a las Islas. Si es así, podemos confiar en que de esta salgamos, no por el gobierno sino pese a él.
Un ejemplo de esto es la mentalidad que no ha cambia en este circo del Gobierno de Canarias. Años hablando de la administración, de la necesidad de su reforma, de simplificar la burocracia para que abrir un negocio no sea un campo de minas, conversaciones y diálogos que también ha secundado el presidente Rivero, perorando de economía y emprendimiento social como nuevos ejes de un futuro necesariamente mejor. Sin entrar en detalles sobre lo que entiende Rivero por economía social, sí que es pertinente traer a colación lo que le contó a Hugo Ferrer, directivo de una empresa de inversión afincada en Lanzarote llamada Inbestia, quien quejándose de que su empresa había tardado 40 días en ser creada y que tal trámite en Reino Unido se hace en uno solo, el presidente, con ademan muy serio, explicó que allí ‘se basan en la confianza en el administrado mientras que en España no se puede confiar en el administrado porque es demasiado deshonesto’
Sobre este asunto caben dos preguntas esenciales, la primera muy previsible: ¿De verdad puede un político español, por muy presidente autonómico que sea, hablar de deshonestidad de los administrados? Obviamente no, porque si hay algo que algunos no estamos dispuestos a tolerar es que añadan escarnio a su sistemática tomadura de pelo en su quehacer diario. Una cosa es que resulten unos manirrotos, unos pésimos gestores, en algunos casos corruptos y otra es que crean que no pueden aliviar la carga burocrática porque los españoles son unos golfos. Quizás es que piensan que cualquiera valdría para hacer la misma labor que ellos mismos.
La otra cuestión es también imprescindible y no incompatible con la anterior. Aceptemos que somos el país de ‘Rinconete y Cortadillo’. La picaresca no es un destino inexorable al que se conduzcan los ciudadanos sin poder ponerse remedio. Se alienta con una administración del tamaño de la que tenemos, en la que es casi imposible asumir todas las exigencias para abrir un negocio, de tal suerte que algunos intentar no ser detectados en lo que consideran pequeños defectos de forma pero que sirven para construir argumentos tan endebles como los de Rivero. Los empresarios no están llamados a satisfacer las necesidades ajenas en el momento de comenzar su actividad, solo buscan atender al poder burocrático y su asfixiante presencia. Y así, le guste o no, es imposible salir adelante
El programa 'La gaveta' completo -el número 2040- se puede escuchar aquí
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