Impertinencias relacionadas con el pensamiento políticamente correcto de periodistas y políticos de las Islas Canarias



5 de abril de 2011

HOMENAJES CUESTIONABLES - Impertinencias liberales de Antonio Salazar - ABC 5/4/2011

Hace unas semanas, la multinacional LIDL celebró con un pequeño acto su primer aniversario entre nosotros. Convocó a los medios de comunicación y con gran sencillez mostró su satisfacción por los resultados obtenidos. No había ningún político en el convite, quizás porque en unión de otros empresarios y durante siete años bloquearon la posibilidad de implantación de estos populares supermercados de precios bajos que han contribuido a abaratar la cesta de la compra en un 22 por ciento y que solo consiguieron la licencia por resolución judicial, meses antes de que una directiva europea les diese carta libre para instalarse. Un claro ejemplo de conspiración contra el interés general por parte de sectores fuertemente organizados y apoyados por los gobiernos frente a una desarmada sociedad civil. El cuento de siempre con el resultado de siempre: cuando los consumidores han podido elegir lo han hecho ahorrándose 30 millones de euros al beneficiarse de la única política que contribuye a abaratar los precios: el libre mercado.

No había políticos y tal cosa constituye una excepción muy saludable. Quizás sea porque no tenemos una aristocracia, artistas o sucedáneos que mostrar en revistas de ringorrango y por eso las que existen en las Islas, fuertemente primadas con dinero público, se dedican a llenar sus ociosas páginas con actos a los que asiste nuestra particular y cara jet set: los políticos. A lo mejor eso explica por qué no hay inauguración de una actividad privada que se precie a la que no inviten a la estrella política del momento, quien pronunciará un discurso vacío y repetido.

Lo anterior envía un mensaje perverso a la sociedad que aspira a iniciar alguna actividad empresarial y que se encuentra con millones —me temo que en sentido literal y no metafórico— de trabas administrativas y burocráticas que le complican sacar adelante su proyecto, haciendo entender que sería más sencillo en caso de conocer a alguien con cierto poder en el lugar adecuado. Por eso no es aconsejable que siempre que alguien inaugure un negocio lo llene de personalidades políticas, como tampoco lo parece que Ashotel, la patronal hotelera de Tenerife, valorase las posibles interpretaciones que se puedan hacer de su anunciado homenaje en plena precampaña electoral a José Manuel Bermúdez, justificado en su «contribución al desarrollo del sector turístico de Tenerife», algo que no debería sorprender pues ha sido el ¡¡¡¡consejero de Turismo del Cabildo de Tenerife!!!! No es extraño que en el recientemente celebrado encuentro de empresarios americanos con intereses en África hubiese una mesa de trabajo sobre cooperación pública-privada, algo en lo que somos verdaderos expertos por más que eso no sea siempre positivo y sí arroje interrogantes inquietantes.

15 de marzo de 2011

¿Mejora de productividad? IMPERTINENCIAS LIBERALES de ANTONIO SALAZAR para ABC - 09.03.2011


No ha tenido empacho el presidente del Gobierno canario, Paulino Rivero, en mostrar su contrariedad con los empresarios por no haber incrementado la contratación de trabajadores pese a la mejora de la ocupación hotelera de los últimos meses. La crítica tiene lógica política mas no económica; Rivero anunció en el debate sobre el estado de la nacionalidad que este año se crearían en Canarias 80 mil puestos de trabajo (por contextualizar la cifra, el 10% de los ofrecidos en toda España por el PSOE de 1982 y cuyos resultados podrían ser similares) demostrando que saldríamos de la crisis antes que el resto del Estado.

Teniendo en cuenta que las elecciones de mayo están a la vuelta de la esquina, el presidente ve cómo los resultados estropean tan pintoresca predicción. Claro que tiene motivos para la decepción, pero en un comportamiento muy habitual de la clase política, cuando las cosas no salen como ellos pronostican, entonces la culpa habrá de ser buscada en terceros, máximo si buscan a un chivo expiatorio con tan mala imagen —creada en buena parte por políticos de todos los partidos y sus cooperadores necesarios, los sindicatos— como son los empresarios. Pero haría bien en preguntarse Rivero y quienes comparten su aserto por qué, si las condiciones son tan propicias, no se producen más contrataciones arriesgando la calidad del producto dado. Claro que los políticos no son muy dados a esos pensamientos, teniendo un culpable a mano —la codicia es siempre reprobable— y siendo los tiempos siempre cortos, así que para qué andarse con chiquitas.

Pero más cierto es, todavía, que la repentina ocupación hotelera tiene visos de ser circunstancial y su sostenibilidad a largo plazo está por ver, por lo que la confianza en el futuro no se ha instalado por más que algunos consideren que sólo con proclamar que la crisis ha quedado atrás esto ocurre. Ocurre, también, que los operadores turísticos venían insistiendo en la falta de competitividad ante los destinos emergentes —sí, esos mismos que ven caer sus ocupaciones por la inestabilidad de sus regímenes políticos— por el excesivo coste de nuestra mano de obra y escasa productividad, por lo que es posible que los cambios que trae la situación que nos toca vivir vengan de la mano del reconocimiento de que se puede atender más habitaciones y clientes con menos personal sin que se resista la calidad del producto final ofrecido. Si esto es así, bien harían los políticos en evitar tendencias demagógicas y dejar de intervenir también —al menos, en sus intenciones— en las políticas de contratación de las empresas, que para ese papel de tonto útil ya están algunos sindicatos, como CC OO, al que tiempo le ha faltado para anunciar una posible huelga en plena Semana Santa. Soluciones habituales para problemas nuevos, lo de siempre.

22 de febrero de 2011

Tampoco casinos. IMPERTIENCIAS LIBERALES - ANTONIO SALAZAR. ABC 22/02/2011

Una empresa norteamericana plantea la posibilidad de instalar una mini Las Vegas en Europa y todo el mundo mira para España tratando de fijar el objetivo del grupo Las Vegas Sands (LVS) propietarios de casinos de juego en Estados Unidos, Singapur y Macao. Seguramente vale la pena, pues anuncian una inversión de entre 10 y 15 mil millones de euros y la creación de 180.000 puestos de trabajo. Empero, se pasa por alto que ya hubo un proyecto similar para hacer del árido territorio aragonés de Los Monegros nuestra particular ciudad del pecado («sin city», como es conocida popularmente Las Vegas).

La Gran Scala —así se llamaría— debería haber entrado en funcionamiento el año pasado y se ha ido desinflando desde la primera inversión anunciada de 17 mil millones de euros y una actuación sobre 2 mil hectáreas y que incluiría campos de golf, 32 hoteles, casinos, 5 parques temáticos, hipódromo y hasta una plaza de toros. La oposición de muchos sectores han disminuído notablemente las expectativas sobre el proyecto y ahora se tendrán que conformar con algo de mucho menor tamaño e importancia. No es necesario recordar lo que ocurrió con la instalación del EuroDisney, que terminó en Francia por la falta de atractivo de nuestro país.

En su reciente libro, José Carlos Francisco («La reforma necesaria. Canarias ante la crisis de nuestras vidas») apuesta por convertir a Canarias en el «patio de recreo de Europa», pues América ya tiene el suyo —Las Vegas, 36 millones de turistas— y Asia el suyo —Macao, cuyos treinta casinos facturaron el último año fiscal 15 mil millones de dólares—.

La idea es arriesgada y bien valdría estudiarla, no en vano parece que existe un turismo que demanda una potente industria de ocio que no estaría centrada solo en el juego en salas —a decir verdad, parece que la irrupción del juego online amenaza también a los casinos— sino en todo lo que ello conlleva y que estaba en el proyecto original de Los Monegros.

Se podría hacer, tal y como propone Francisco, sobre nuestros espacios obsoletos y provocar una transformación agresiva que vendría de la mano de inversores privados de la industria del ocio. ¿Seguro? No se le habrá pasado por alto al presidente de la CEOE que en la isla de Tenerife, sin ir más lejos, los casinos de juego son propiedad del Cabildo Insular y que en 2008 ya estuvieron por aquí representantes de una de las más emblemáticas salas de la ciudad norteamericana con el fin de invertir en un hotel con casino por importe de 600 millones de euros y se llevaron un no por respuesta ya que la norma no lo contempla.

Por cierto, pura lógica burocrática: los casinos de Tenerife perdieron en 2009 la nada despreciable cifra de más de tres millones de euros. El matemático uruguayo Ernesto Mordeki se plantea en un interesante trabajo si puede perder dinero un casino y llega a la conclusión de que es una posibilidad despreciable. No conoce a nuestros políticos.

15 de febrero de 2011

Romper un Monopolio - IMPERTINENCIAS ANTONIO SALAZAR - ABC 8/2/2011

Es notable la retórica de los políticos, máxime cuando tratan de explicar que lo único que los mueve en su quehacer diario es el afán de servicio, siempre subordinado al interés general (ese que ellos mismos definen). No escapa a ese tópico político Ricardo Melchior, presidente del Cabildo de Tenerife, quien ha explicado que la única razón que le impulsa a presentarse a la reelección es «acabar con el monopolio de Telefónica» y que será este su último mandato, «así se caiga el mundo».

¡Notable, y por partida doble! Nótese el énfasis que se pone en señalar que no está dispuesto a más sacrificios, ni siquiera en caso de hecatombe torcería su férrea voluntad, considerando que su misión está más que cumplida. Recuerda vaporosamente a Hosni Mubarak, presidente de Egipto, muy cuestionado por su pueblo y la comunidad internacional, cuando anunció que no se presentaría a la reelección pues su servicio al país ha sido ya suficiente, lo que nos lleva a concluir que el poder tiene el mismo efecto obnubilante en cualquiera que lo ostente o detente.

Pero aun más llamativa es la otra afirmación, cuando anuncia que el único fin que le lleva a una nueva cita electoral es lo que nos presenta como una misión vital: acabar con un monopolio. En las sociedades abiertas —no soy tan ingenuo para creer que vivimos en una de ellas—, la única posibilidad de acabar con monopolios privados es tener el campo de juego limpio como una patena de trabas administrativas y leyes que capen la iniciativa empresarial.

Puede haber, sin que ello implicara problema alguno, un operador con un monopolio otorgado por sus consumidores, quienes premian así su eficacia y atención a los intereses de aquellos. Si en algún momento quebrasen su confianza, habrá otros operadores con posibilidades de sustituirlos y los políticos nada deberían hacer en un caso ni en el otro.

También puede ser que exista un operador monopólico privado que aproveche sus conexiones con políticos para mantener ese status, o que proceda de un antiguo monopolio público y se siga beneficiando de pasadas prebendas. Tampoco aquí cabe la intervención política pues es sabido que la solución no puede pasar por crear competencia desde una acción pública, que nunca tendrá las consecuencias benéficas que sí tiene cuando es privada, esto es, mejora de calidad y abaratamiento de los precios.

Podría pasar que el sueño de Melchior estuviese justificado y que desde la entrada en funcionamiento del nuevo cable submarino los precios bajasen, pero cabría preguntarse si esto sucederá como una consecuencia deseable de la dinámica del mercado —sano— o por la imposición de un precio de servicio que justifique la acción política y el gasto de los más de 115 millones de euros que costará la instalación —insano—.

Es cierto que existen motivos para sospechar, a fin de cuentas, el propio Cabildo tiene una dilatada experiencia como empresario público y, lo que son las cosas, sin éxitos reconocibles. Así que más vale monopolio conocido que duopolio por conocer.