Impertinencias relacionadas con el pensamiento políticamente correcto de periodistas y políticos de las Islas Canarias



9 de diciembre de 2005

Buenas, pero erradas intenciones

Supongo a todos o casi todos al hilo de lo ocurrido en Canarias tras el paso de la tormenta tropical Delta. Una catarata de demagogia más dañina que el propio fenómeno atmosférico y la letanía de tópicos habituales sobre sus causas: La culpa es de la empresa UNELCO que tras privatizarse no ha hecho el mantenimiento necesario por pura codicia empresarial; el calentamiento del planeta, que obliga a un plus de atención porque éste no ha sido un caso aislado sino el primero de una sucesión de catástrofes que se prevén en los próximos años o ¡maldito desarrollo! que nos hace depender en tal grado de la electricidad.

Los políticos disparan en todas direcciones no sea que a alguien le de por cuestionarse si han estado a la altura de las circunstancias, pero otros intentan pescar en el río revuelto de la conmoción ciudadana. Sólo así se entiende la aportación al debate del juicioso Benito Codina, recientemente incorporado al CCN procedente del Partido Popular y donde pasaba por ser el más liberal de sus miembros, al menos en Tenerife. Resulta que en las últimas horas ha propuesto Codina que las administraciones pongan los medios, incluso económicos, para que las emisoras de radio puedan prestar el servicio público que les corresponde en situaciones de emergencias, con la intención de que no se repita la situación vivida en los momentos del temporal, donde la mayoría de radios vieron interrumpida su señal y no tuvieron ( o supieron) capacidad de reacción. Resulta que tan sólo una emisora, Radio El Día mantuvo el tipo durante aquellos momentos y los posteriores. Eso ocurrió porque la empresa estaba preparada para tal contingencia y sus trabajadores los incentivos y motivación suficiente para aparecer por la radio sin que los convocasen, pasando muchas horas sin dormir desarrollando un magnífico trabajo. En el apartado humano, se desbordaron, cosa que los oyentes agradecieron –dándoles un notable éxito de audiencia, el 43,2% en esos días-. En el apartado técnico, tenían la previsión hecha por si un día tenían que afrontar un acontecimiento así. Por tanto, nos encontramos ante el triunfo de la excelencia, fruto de la capacidad empresarial de un potente grupo de comunicación. ¿Qué es lo que se plantea ahora?. Pues que fruto del servicio público -¿los 40 principales lo son?-, los políticos metan las zarpas para igualar a medios que no han hecho sus deberes, aportando dinero público que compense la ausencia de inversión por parte de ineficaces competidores.

No me cabe duda que otros medios competitivos habrán de extraer conclusiones de su clamorosa derrota de la última semana y que, azuzados por ella, mejorarán sus instalaciones y medios con la intención de brindar el mejor servicio a sus oyentes. Para ello no necesitan de los políticos, sino de los elementos que les brinda la libre competencia. Y si no, que se lo pregunten a las emisoras de radio que en su día firmaron un convenio con el Ayuntamiento bajo el pretexto de coordinar las informaciones en caso de catástrofe. Por esa vía, de la que quedan algunas fotos y unos cacharros inservibles, no se dio ninguna instrucción con destino a los ciudadanos atemorizados por el viento, la oscuridad y la dejadez de medios de comunicación ¿social? y políticos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"aclaro mis apreciaciones. "

Pues menos mal....

Si este hombre era lo más liberal del PP, no quiero pensar lo que son los otros.

"...deben considerar que no se puede dejar al albur de la iniciativa privada......."

Toda una declaración de principios.