Impertinencias relacionadas con el pensamiento políticamente correcto de periodistas y políticos de las Islas Canarias



7 de octubre de 2013

Ha nacido una estrella

El titular periodístico no podía ser más llamativo: ‘Astor pide separar la justicia de la política’. Astor Landete, Joaquín es el nuevo presidente de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife y el viernes inauguraba el año judicial con estas sorprendentes declaraciones. Sorprendentes, aunque no por escuchar esa propuesta hecha para no ser cumplida, sino porque se lanzó por un despeñadero donde todo lo que dijo fue político. Es miembro de Jueces para la Democracia, lo que quizás explique su locuacidad y el objeto de su acerado punto de vista. Criticó la Ley de Tasas, la escasez de medios, avivó el pleito insular señalando la disparidad en el número de juzgados de lo Social existentes en ambas provincias o puso en el frontispicio de sus quejas las carencias de personal o disminución de sus emolumentos. Todo ello, faltaría más, en nombre de los ciudadanos, a los que atribuye una mentalidad única con capacidad para exigir una concepción plural del Consejo General del Poder Judicial, ese órgano de gobierno de los jueces absolutamente, también, desacreditado en nuestro país. 

Fuera de esos asuntos discutibles, también tuvo referencias curiosas. Por ejemplo, afirmar que los bancos tienen la obligación, cuanto menos moral, de devolver el dinero, volviendo a darle a su discurso un desagradable tono político que excede con mucho sus limitadas capacidades y obligaciones. Toma partido al afirmar que ‘los empresarios se dedicaron a construir, construir y destruir la costa’ cuando esto apenas tiene un pase, pues con el poder que tienen los políticos a la hora de ordenar los usos del suelo, aquellos no pueden construir donde les plazca, apenas donde les dejen en las condiciones que son fijadas por el arbitrario poder político. Bien pensado, debería haber hecho un pronunciamento más severo contra alcaldes y concejales de urbanismo que han permitido la construcción en zonas no habilitadas para ello a cambio de un miserable puñado de votos. Se equivoca y lo hace también cuando no tiene empacho en proclamar que 'el turismo aprovecha las leyes favorables y no piensa en cuántos parados hay'. Es preocupante que alguien que ocupa un lugar tan preeminente en la judicatura como éste sujeto pueda hacer consideraciones de tal guisa. Es complicado averiguar qué es lo que le molesta exactamente, si la ley, los parados, los empresarios... Pero su único cometido -y no es menor- es garantizar que la ley no pueda ser violentada, no que los ciudadanos apuren la misma es beneficio propio. Que un juez o magistrado muestre turbación porque las empresas aprovechen las leyes para obtener determinados fines es algo verdaderamente inquietante. Alguien así bien que podría ser capaz de retorcer la interpretación de la norma hasta conseguir una condena, aunque sea moral, que es lo que parece pretender. 


En fin, el Sr. Astor llega para darnos  a todos grandes momentos de gloria. No parece que vaya a ser por sus conocimientos jurídicos, su trayectoria o su impecable interpretación del derecho. Más bien da la impresión que ha nacido otro nuevo juez estrella, plaga que está lejos de remitir. Pero en su presentación en sociedad ha dado ya claras muestras de hasta dónde está dispuesto a llegar y que sus prejuicios son mucho mayores que sus conocimientos. Mal estreno

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