Impertinencias relacionadas con el pensamiento políticamente correcto de periodistas y políticos de las Islas Canarias



19 de noviembre de 2013

Mal presidente en pésimo momento

Comentario en La gaveta del día 19 de noviembre de 2013

Solemos repetir en este programa que Paulino Rivero es un pésimo presidente de Gobierno en un momento especialmente malo de la economía de las Islas. En cualquier otro momento, empero, quizás sus errores podrían ser resarcidos sin un daño excesivo pero da la sensación que su capacidad destructiva está muy por encima a la de cualquier drone equipado con una cabeza nuclear. Uno de esos aviones no tripulados con los que el premio Nobel de la Paz, el Sr. Obama aniquila enemigos sin arriesgar la vida de sus soldados, seleccionando objetivos a los que masacrar en un ejercicio de amor por la paz enormemente paradójico. Algo parecido a lo que hace Rivero, pues todas las decisiones que ahora toma, tienen un coste desorbitado que no pagará él o su familia, sino nosotros y las nuestras. Por eso se mueve con absoluta impunidad, sabedor de que si acierta (improbable), podrá aspirar a la reelección y si se equivoca, podrá disfrutar del mucho dinero ganado con la política en su chalet de El Sauzal. Nada que no hubiese conseguido con su profesión original, la de maestro de escuela. Tiene solo un problema: como la política tiene una lógica que en nada se parece a la de la gente normal, las principales zancadillas para que no pueda repetir se las ponen en su propio partido, otros insensatos que no pagarán precio alguno por esta sucesión de temeridades. 

Sería reiterativo señalar como el punto de mayor locura paulina su obsesiva negación a los sondeos petrolíferos, una batalla idiota por el objeto de la misma y por su imposibilidad. Si no ocurre nada extraño, en un año las catas se habrán efectuado y sabremos con todo detalle la cantidad y la calidad de petróleo. Sería una lástima que para todos estos indigentes intelectuales, fuese un alivio que no se encontrase nada. Algunos creen que parte de la oposición paulina se basa en un conflicto de competencias, que no quiere que sea el estado quién tome una  decisión de esa naturaleza, con perdón. Si algo caracteriza al nacionalismo garbancero que aquí padecemos es su capacidad de meter las narices y la mano en cualquier asunto que valga la pena. Otra explicación plausible es que, en buena lid, considera que el petróleo no tiene ninguna ventaja y solo inconvenientes, que solo él y sus palmeros de cabeceras son capaces de observarlo. Esto le llevaría a la situación en la que nos encontramos, empeñado en paralizar los sondeos porque una vez se sepa de la existencia del otrora conocido -y no por casualidad- como Oro Negro, poco podría hacer para convencer a los canarios no funcionarios ni militantes de su partido, de su no extracción. Y hay una tercera explicación más pinturera, emparentada con ese discurso excesivo, tramposo y manoseado del desapego. Quizás le han convencido de que si unos mueven el árbol otros recogerán las nueces, por lo que en un futuro siendo las islas un país independiente, un petróleo abundante podría sufragar la aventura. Como se ve, un sinsentido donde el interés de los canarios en paro, en exclusión social o en riesgo de tal, es obviado de manera pornográfica. 

Pero esa irresponsabilidad se observa en otros capítulos, igualmente peligrosos. Ayer supimos que Canarias es la tercera región de España donde más crece el empleo público en el último año. En su conjunto, este país ha descendido en igual periodo de tiempo un 4,3% sus empleados públicos. Se entiende así que la decisión de cara al próximo presupuesto sea la aumentar el gasto, no rebajarlo, subir la deuda y no bajarnos los impuestos. Esa creación de empleo público tienen el cinismo de llamarla políticas sociales, algo solo al alcance de estas maravillosas testas que nos llevan directamente al despeñadero. 

Esta idea de crear empleo con dinero público es una tontería de manual, porque ni son necesarios ni se crean para mejorar una sola faceta de los servicios públicos. Son empleos de recompensa, gente a la que poder pedir luego la devolución del favor vía voto. Quien sostenga que son trabajadores que consumirán y esto favorecerá la economía, ruego se plantee los fundamentos de ese argumento, que se pregunte si es posible crear riqueza de una destrucción previa. Esa bobería keynesiana pasa por alto que ahora deben endeudarse para abonar los salarios, lo que se convertirán en futuros impuestos. No hay desarrollo manteniendo a un número determinados de trabajadores cavando y cerrando la misma zanja, para pagarles una nómina que necesita de altos impuestos para ser pagada. Con el añadido que estas decisiones inciden en un problema al que no se le quiere poner coto. El tamaño de la administración, con unos costes inaceptables y generador de una burocracia capaz de capar la ilusión de cualquier aventurero empresarial o espantar al inversor más temerario.

Apenas la mitad del personal público es funcionario de carrera. El resto ha sido designado por los muchos vericuetos que todos estos parásitos han ido horadando en la reglamentación. Empleados sin más preparación que la lealtad perruna al que manda y de los que nada podemos esperar. Trabajadores que, al contrario de lo que ocurre en los países civilizados, gozan de unos salarios que casi duplican los que perciben sus pares en la empresa privada, aunque cabría conceder que esto ocurre por la enorme distorsión que generan altos cargos, de confianza y demás sanguijuelas enchufadas e integrantes de una casta que nos arruina a una velocidad de vértigo. 


Por eso y por otras cosas, Rivero es un pésimo presidente en el peor momento de nuestra historia. 

No hay comentarios: