Impertinencias relacionadas con el pensamiento políticamente correcto de periodistas y políticos de las Islas Canarias



4 de abril de 2012

Torpes, viajeros y arrogantes


A finales de la década de los 80 en el siglo pasado, una empresa tabaquera canaria se enfrentaba a una complicada coyuntura provocada por los apresurados cambios que vivía el sector, con el agravante de un monopolio estatal en proceso de privatización que distorsionaba la competencia. Plantean entonces la posibilidad de hacer una reconversión de personal dedicado a las labores del tabaco para que, con formación y voluntariamente, pudieran dedicarse al sector turístico.
Detrás de esa posibilidad, latía con fuerza la idea del grupo empresarial de diversificar su actividad y crear un hotel de lujo en Canarias que rompiese con el paradigma del sol y la playa y que, al tiempo, sirviese para que los visitantes que acudían al sur de Tenerife fuesen de un poder adquisitivo mayor. Decir eso en tiempos en los que lo habitual eran turistas camorristas que venían en búsqueda, además de sol, de alcohol barato no resultaba del todo normal. Tanto que no lo era que las autoridades de entonces —que con algún ligero retoque de caras, son las mismas de hoy— se opusieron con fuerza, porque no entendían que se dejara una labor industrial tradicional y se empezara una turística de incierto resultado. Esas ideas que solo se pueden defender cuando siempre se ha sido personal subalterno y no un empresario visionario que pretende adelantarse a los acontecimientos. Afortunadamente, se impuso el criterio empresarial y nació el Gran Hotel Bahía del Duque, que contra aquellos pronósticos agoreros lleva ya casi dos décadas de funcionamiento eficaz, resistiendo dos crisis colosales y elevando la categoría del destino.
Principios de 2012. Otros visionarios creen que existe petróleo en las aguas canarias y se empeñan en su extracción, comprometiendo para ello inversiones iniciales que superarían los 100 millones de euros, generando actividad industrial de diversa naturaleza y la creación de muchos puestos de trabajo en una tierra asolada por el desempleo con tasas de economía de guerra (Canarias supera el 30% mientras que la franja de Gaza apenas supera el 25%). Los políticos de ahora —recuerde, con algún pequeño retoque en las caras, los mismos de entonce— dicen que cómo vamos a poner en peligro nuestro sector turístico por una actividad industrial pesada que apenas aporta nada.
¿Qué tienen en común ambas historias? Básicamente que los políticos, borrachos de fatal arrogancia, son incapaces de observar lo que los empresarios sí adelantan, pues mientras estos intentan anticipar futuros desajustes que se produzcan en la sociedad ejerciendo la función empresarial, nuestra muy bien pagada clase política se dedica a garantizar intereses a corto plazo sin haber generado jamás un solo puesto de trabajo en buena lid y sin pagar las consecuencias de sus erradas suposiciones.
Cuando un empresario comete un error empresarial puro, asume la responsabilidad de su bolsillo, algo que jamás hemos visto se produzca entre nuestra viajera dirigencia, que lo mismo pone trabas a inversiones millonarias aquí que se va a pontificar a Uruguay y Argentina sobre las bondades de invertir en turismo y energías renovables.

Original en: http://www.abc.es/20120404/local-canarias/abci-salaza-201204041251.html#.T3wsKrPTKd4.twitter

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