12 de 88: Tampoco son tantos. 12 Alcaldes sobre 88 Ayuntamientos que en las Islas hay, han pasado más de 25 años al frente de sus consistorios y la Federación que los agrupa decidió brindarles reconocimiento en la sala pequeña del Auditorio de Tenerife, que apenas cubrió la mitad del aforo. Soria, José Manuel, puso algo de sentido común al reclamar en tan pertinente lugar que un político no debería superar los 8 años en el mismo cargo pero tan jugosa declaración apenas si fue recogida por los medios más centrados en hacerse eco de las primeras palabras del alcalde de la Villa de la Orotava, Isaac Valencia: ‘se agradece el detalle’.
Es probable que los próximos alcaldes que alcancen las bodas de plata en el puesto tendrán su reconocimiento y volverá algún vicepresidente taciturno a intentar abrir un debate en el que nadie quiere participar y así resulta muy complicado cambiar nada. 25 Años... son los mismos que tienen ya algunos egresados universitarios de esos municipios que solo han conocido a un alcalde, del mismo modo que en tiempos solo podíamos aspirar a ser coetáneos del generalísimo. Se dirá, con razón, que ahora es cosa de la democracia, pero la única originalidad que tiene este sistema político ya fue expresada por Karl Popper: cambiar de dirigente sin tener que recurrir a las armas. Son la expresión, empero, de la voluntad popular pero sin limitaciones a su poder por lo que vemos y sabemos qué tipo de comportamientos tienen en sus pueblos, con unos modos de caudillo que dejarían en pañales a Franco. Por cierto, el dictador se tomó muy en serio sus 25 años al frente del estado y lanzó una campaña propagandística sin precedentes entonces sobre los 25 años de paz.
Valencia dijo que no eran dioses, manifestación muy oportuna porque sus comportamientos, en ocasiones, nos han hecho dudar. No perdió la oportunidad de recordar los grandes sacrificios que han tenido que hacer durante todos estos años, dejando a un lado su vida familiar para poner en el centro de su acción vital a los ciudadanos convertidos, contra su voluntad, en la nueva familia por la que habrían de desvivirse. Toda una proclamación de principios, dicha por quienes han vivido con solvencia en los últimos años gracias a esos artefactos de poder y coacción, de venganza y sectarismo en los que han devenido los ayuntamientos. Ahora necesitan premios, distinciones y reconocimientos, justo cuando la situación económica es la que es, como consecuencia parcial, de las locuras cometidas por esas fábricas de contratación familiar o partidaria en la que han convertido a cada una de sus corporaciones.
Por favor, que alguien nos enseñe el camino de salida
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