Comentario en La Gaveta, programa número 2124, de 07 de enero de 2014
Todos los medios de comunicación parecen haberse puesto de acuerdo para entrevistar a José Manuel Bermúdez, alcalde por accidente de Santa Cruz de Tenerife. Tan es así que el fin de semana se publicaron entrevistas en varios periódicos de papel (aquí y aquí) que se siguen, milagrosamente, publicando en la Isla. Y a pesar de una crítica previa hecha por este periodista, al final tenían razón en la emisora decana de Canarias, cuando presentaron en uno de sus informativos unas insustanciales declaraciones de Bermúdez como las primera hechas por el mandatario en el nuevo año. ¡Cáspita! Había una competición sobre el particular y nosotros sin saberlo. Hay años en que uno no empieza con el pie derecho, para qué nos vamos a engañar.
De todas las entrevistas, la del diario La Opinión llevaba un buen titular que, entiendo, no pretendía perjudicar a quien tanto defienden aunque sea muy complicado entender las razones. Aquí es donde dijo Bermúdez que va a empezar el año trabajando duro con vistas a lograr la transformación de la capital en 2019. Impagable, sobre todo impagable. Va a trabajar duro ahora, cuando llevamos dos años larguísimos de gestión del actual equipo de gobierno marcada por la enorme ineficacia y la más absoluta parálisis. Si es el momento de trabajar duro, ¿qué ha hecho hasta hoy? Ocurre que es un caso de manual sobre incentivos a corto plazo, porque no es conveniente olvidar que será el año próximo cuando los ciudadanos que no hayan desertado todavía vuelvan a las urnas. Es cierto que adelanta que quiere ser el candidato y que, además, tiene un plan para transformar Santa Cruz de cara a finales de esta década nada prodigiosa. Lo normal, teniendo en cuenta sus capacidades y la del equipo que le acompaña, es que no tenga más propósito que ganar las próximas elecciones y que no exista plan distinto al ejecutado hasta la fecha, marcado por una paulatina deserción del comercio y empresas de todo tipo, aumento de impuestos, problemas de convivencia en el grupo de gobierno y hostigamiento a la refinería. Por supuesto, las escasas acciones que han podido ejecutar ya venían de mandatos anteriores y observamos que muchas de las que dicen tener, son herederas también del tiempo, largo, de Miguel Zerolo en la alcaldía. Así que lo que sí tiene es propaganda, mucha propaganda, fieles a la hoja de ruta habitual.
Lo más llamativo es que en el mismo diario, con caracteres más destacados se hablaba de que La Laguna ofrece suelo municipal gratis, exención fiscal y ayudas de todo tipo para atraer empresas, intentando su alcalde reactivar proyectos parados y fomentar la instalación de nuevas industrias. Aunque desde este programa tendríamos motivos más que sobrados para cuestionar la utilidad de acciones promovidas por las administraciones, al menos pretendemos subrayar que mientras unos dicen que hacen o harán otros, como el más callado Clavijo, hacen y las diferencias entre ambos municipios son tan evidentes que apenas se requiere esfuerzo alguno en demostrarlo. Podríamos criticar que esa fe en la participación pública-privada es poco liberal y que promover acciones de este tipo requiere de un amplio margen de discrecionalidad, que no puede dársele a Juan sin quitárselo previamente a Pedro, que apostar por determinados sectores económicos desde la administración suplanta a los empresarios en su función, que es la de adivinar futuras demandas de sus clientes, añadiendo la sospecha -habitual en estos tiempos- que ciertos empresarios podrían beneficiarse de su proximidad y cercanía a los dirigentes. Qué duda cabe que oponerse a todo esto forma parte del prontuario que defendemos en La Gaveta pero no diríamos toda la verdad si no admitiésemos que en La Laguna parece que siempre hay una mejor predisposición a los negocios que en la paralizada Santa Cruz.
Puede que ayude, y mucho, que el propio alcalde lagunero y algunos de sus colaboradores más inmediatos hayan tenido negocios abiertos con anterioridad a su responsabilidad política, que han debido pagar sus seguros autónomos y que esto les dota de cierta sensibilidad de la que carecen profesionales de la política chicharrera, donde ni Bermúdez, ni Arteaga, Díaz Estevanez o José Ángel Martín tienen experiencia alguna a la hora de promover nada que no hayan sido sus exitosas carreras políticas. Incluso la concejal Angela Mena descubrió su pasión emprendedora como hostelera una vez ya ejercía como política y en el municipio donde su esposo fue alcalde, lo que probablemente la privó de las frustraciones, problemas y burocracia por los que transita cualquiera que tenga una iniciativa empresarial.
Así que habrá que convenir que a Bermúdez, como a algunos otros políticos, les cunde mucho de cara a la prensa sus escasas acciones y son capaces de obtener entrevistas llenas de nada. Y admitamos que, esto sí, no es exclusiva culpa suya y sí de los medios de comunicación empeñados en salvarse a cualquier precio en una situación pavorosa como la que estamos sufriendo pero que terminará no solo con el cierre inevitable de algunos sino, y esto sí es insalvable, con la credibilidad de todos.
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