Impertinencias relacionadas con el pensamiento políticamente correcto de periodistas y políticos de las Islas Canarias



16 de abril de 2013

Inconsistencia temporal


Los economistas suelen hablar de inconsistencia temporal cuando los gobiernos (y los particulares, a que no es el objeto del presente artículo) tienen incentivos suficientes para abandonar un plan óptimo a largo plazo reoptimizándolo de forma constante. Esto suele tener unos mejores resultados a corto plazo pero discutibles a largo.
Un ejemplo claro de lo anterior podría ser el de los dirigentes de un país que proclamen con rotundidad que no negocian con terroristas y secuestradores. Eso está bien, pues lo contrario daría lugar a que delincuentes actuaran contra ciudadanos de aquel país sabiendo que obtendrían jugosos resultados por su acción.
La inconsistencia temporal lleva a que, si hay secuestrados, el gobernante decida acceder a las peticiones del terrorista, porque aquí el plan óptimo sería evitar la muerte de sus conciudadanos.
En el caso del posible petróleo de Canarias muchos han creído ver un caso de «inconsistencia temporal» en las actuaciones de los partidos que sustentan al gobierno de Rivero. Sus pronunciamientos previos, su clamoroso paso a tesis contrarias sin siquiera ruborizarse, darían a entender que pretende establecerse una estrategia de la que pueda obtenerse del conocido como oro negro una buena tajada para los canarios y mejorar las condiciones de vida de una comunidad autónoma con el 34% de su población parada (en el caso de los jóvenes, el 70%; Grecia tiene al 55% de sus jóvenes en paro).
Si es así, nada que argumentar en contra, porque quizás las condiciones que puedan lograrse a largo plazo merezcan la pena, a pesar del ridículo estratosférico que se hace en el exterior con este tipo de planteamiento.
El problema es que desde la famosa foto de Rivero con los dirigentes de la organización ecologista radical Greenpeace en Presidencia del Gobierno, sus posibilidades para explicar un futuro cambio de opinión no son muchas.
Rivero ha decidido comprar aquel discurso y, de forma casi milimétrica al que exponían los Verdes contra el puerto de Granadilla, lo repite donde es requerido para ello. Por eso dice cosas que apenas casan con la realidad, intentando trasladar a la ciudadanía algunas ideas que son perversas en boca de cualquier persona, pero mucho más en el caso de alguien con su responsabilidad (¿?): «El PP defiende por motivos espurios la extracción del crudo».
Lo que nos lleva a una situación indigna, porque Rivero no puede adverar esa ocurrencia como tampoco puede presentarse como el único defensor de los intereses generales, que no son puestos en conflicto por un asunto como éste.
Tampoco tiene ningún pase afirmar que «Repsol pone en peligro 240.000 millones de euros», salvo para conseguir algún titular en sus periódicos de cabecera. Una cifra tan caprichosa como arbitraria, pues lo que hace es calcular lo que supone el turismo en nuestro PIB y multiplicarlo por 20 para afirmar que un vertido accidental acabaría con esa ingente cantidad de riqueza.
Es decir, si tal cosa ocurriese, todo el sector, todo, se vería reducido a cero durante veinte años. Con esto le alcanza para despreciar los 7.500 millones que afirma Repsol podría invertir en CanariasMás que un caso de inconsistencia temporal es uno de inconsistencia intelectual, lo que encaja perfectamente con Rivero y su gabinete.
Origianl publicado en ABC

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