Tal es lo que ocurre con el Hotel Oasis en el sur de Gran Canaria. Su empresa propietaria, acogiéndose a una norma que ninguno de los «abajo firmantes» impugnó, pretende demolerlo para crear uno nuevo,más acorde con los tiempos y demandas de sus clientes, invirtiendo la nada desdeñable cantidad de 46 millones de euros, en unos momentos en que nadie o casi nadie quiere hacerlo aquí. Surgen algunas voces que pretenden impedirlo, diciéndole al propietario qué tiene que hacer con el inmueble para evitar que su valor histórico desaparezca. Incluso, un editorial periodístico apuntaba que la solución pasaba por buscar compensaciones a los propietarios por esas limitaciones a sus planes iniciales, en «aras de la integridad de esta gran pieza hotelera, en la que tantos grancanarios, peninsulares y europeos han tenido vivencias memorables». A decir verdad, todos estos asuntos emocionales son meramente subjetivos, incluso la de aquellos que defienden que será una pérdida irreparable para el patrimonio cultural por su importancia como uno de los principales ejemplos de la arquitectura moderna de Canarias, junto a algunos edificios más. Uno de ellos, por cierto, el Cabildo de Gran Canaria, que no parece que sea el mejor ejemplo de actuación a seguir tras su remodelación.
Disgusta a gente tan sensible que las infraestructuras hoteleras sean de usar y tirar, como si un empresario hiciera otra cosa distinta que satisfacer necesidades presentes y futuras en un mercado dinámico y cambiante. Sin embargo, si tan convencidos están de que merece la pena salvar el Hotel Oasis, el mercado les otorga una solución que deberían considerar urgentemente: el periódico, los periodistas, los arquitectos y miembros de academias varias deben dejar en paz el dinero de los contribuyentes y lanzar una cuestación popular desde el mismo diario, poniendo ellos dinero y convenciendo a los demás para que lo hagan hasta poder comprar el inmueble. Eso es lo que debe esperarse de quienes creen defender un fin noble, que sean consecuentes con sus acciones y asuman la responsabilidad de sus actos. Todo lo demás, ganas de importunar en una tierra con el ¡¡¡¡34%!!!! de paro.
Publicado originalmente en ABC