Lo malo de despedir a un grande como Jean-Francois Revel no es solo la sensación de orfandad que de inmediato nos embarga. Lo malo es comprobar como algunos se lanzan de inmediatos a ciertas lecturas sobre su vida y obra que difícilmente él mismo hubiese aprobado.
Revel ha muerto ayer y atrás deja algunos libros imprescindibles para entender el acontecer de los últimos años (¿digamos que el siglo XX?). Particularmente disfruté muchísimo con ‘El conocimiento inútil’ –Colección austral, 1993-, ‘La gran mascarada’- Taurus, 2000-, ‘La obsesión antiamericana’ –Editorial Urano, 2003- y hasta de ‘El monje y el filósofo’ –Editorial Urano, 1997-. Por supuesto que me habría encantado leer ‘Ni Marx ni Jesús’ o ‘La tentación totalitaria’, pero no son libros de acceso sencillo. Tendré que esperar.
Es obvio que uno se siente deudor del gran Revel, no sólo por haber dado forma a las ideas liberales que desde siempre anidaban en mi interior sino por haber dado una munición intelectual que podía usarse con la misma contundencia que su autor. Esa era, en mi opinión, la gran fortaleza del pensamiento de Revel, su insobornable defensa de los principios liberales y una contundencia en sus planteamientos que nos resultan imprescindibles en estos momentos.
Por todo ello, no entiendo como desde las mismas ‘bancadas’ liberales se pueda en, su despedida, considerar a Rajoy como al jefe de los liberales españoles –en confianza, si lo ha leído en nada se le nota- o que se ponga a la misma altura su solidez moral, política e ideológica a su capacidad hepática. Descanse en paz
1 comentario:
Dodgson said...
La que está realmente buenísima es Esperanza Aguirre.
Saludos liberales
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