Impertinencias relacionadas con el pensamiento políticamente correcto de periodistas y políticos de las Islas Canarias



20 de febrero de 2006

Una perlita gallega

Una de esos artículos sin firma que lo mezcla todo para ir a ninguna parte. Hoy en el El Correo Gallego



España vive en estos momentos un proceso de descentralización política y administrativa que, en mayor o menor grado, responde a una demanda social mayoritaria.
Sin embargo, en otros órdenes de la convivencia y las relaciones humanas recorremos el camino en sentido contrario. Así se pone de manifiesto con claridad meridiana y de forma grave en los problemas que surgen a diario en las comunicaciones aéreas con Madrid, incrementados desde que se inauguró la nueva terminal de Barajas, la ya tristemente célebre T-4. La obsesión enfermiza de que todo ha de pasar por Madrid, aunque la capital no sea el destino de los viajeros, causa importantes demoras, pérdidas de enlaces y de equipajes, que afectan a la economía de los usuarios e incluso generan episodios de tensión y estrés que nadie tendría por qué soportar.
No se entiende por qué cada vez son más los vuelos que hacen escala o parada técnica en Madrid, tanto los que tienen otros destinos nacionales como los internacionales. No se puede aceptar el argumento propio del liberalismo salvaje del siglo XIX de que por rentabilidad de la empresa aérea. El transporte es un servicio público que ha de tener en cuenta también las necesidades sociales. Se trata de una cuestión de desgana o incompetencia en la planificación. Seguramente no sea rentable un vuelo diario de Santiago a Nueva York, a Berlín o a otro lugar del mundo o de España, pero probablemente sí dos veces por semana.
Es tal la desesperación de los pasajeros que a punto estuvieron de producirse altercados en la T-4, y cada día es mayor el número de personas que buscan opciones alternativas. Nunca hubo seguridad horaria en los vuelos de Galicia a Madrid, pero la nueva terminal se ha convertido en un problema añadido en vez de mejorar la situación anterior. No se trata sólo de una cuestión entre compañías y usuarios. Como servicio público, las autoridades deben intervenir. Ya.

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