Ha publicado el periódico ABC este fin de semana que Coalición Canaria ha iniciado una campaña en contra de la compañía Binter por su monopolio en el mercado aéreo interinsular. No son pocos los medios que tiene el gobierno a su alcance cuando decide ir a por alguien, bien sea una empresa o un particular, como bien sabe la propia Binter, la refinería de Cepsa o el grupo de comunicación El Día. Al poder le gusta la gente obediente, las empresas sumisas y que no generen problemas. Y si esto no ocurre, comienza una voraz persecución que casi nunca termina bien para los damnificados. El poder omnímodo del que gozan nuestros gobernantes, sin apenas límites y secundados por una sociedad que se traga cualquier propaganda que les señale el enemigo a odiar, por lo general una empresa monopólica, o una cuya actividad pueda provocar externalidades o una que se dedique sistemáticamente a criticar a un gobierno, que previamente se arroga una supremacía moral al proclamar que ellos representan el bien común y la crítica que se hace es bastarda, mal intencionada o contraria a ese ideal armónico que pretenden hacernos pasar por óptimo un gobierno de Rivero como si fuésemos una masa aborregada en la que todos nos hemos convertido en clones de Barragán o Marrero.
No es conveniente descartar que consigan algunos de estos objetivos. La refinería de Cepsa está cada vez más cerca de irse, pero no de Santa Cruz, sino de la isla en un ejercicio de irresponsabilidad que tiene nombre y apellidos y cuyas consecuencias no serán solo económicas, sino de imagen exterior al mandar una señal clara sobre el respeto que aquí se reconoce a la propiedad privada, pues eso y no otra cosa es lo que está en juego. Una refinería que se irá, terrenos que quedarán liberados y sobre ellos caerán los de siempre, como si no tuviésemos pruebas claras hasta la fecha de su insaciable apetito urbanístico por razones claramente definidas.
Binter Canarias es la empresa a cobrarse en estos momentos por diversos motivos muy llamativos. Contrariamente a lo que cuenta el Gobierno, no es su carácter monopólico lo que irrita a los nacionalistas sino lo respondona que ha salido. Primero, al observar las trampas presuntas que se cometían por parte de un operador íntimamente vinculado con el presidente Rivero, presentaron una denuncia para que se investigase si era correcto su proceder. Esto trajo consigo la apertura de expedientes, la paralización del cobro de subvenciones y una penalización al conjunto de los canarios en forma de exigencia del certificado de residencia para viajar (y la cerrazón absurda de la ministra Pastor). Todo por el comportamiento irresponsable del empresario de cabecera de Rivero, el ínclito Miguel Concepción. Islas Arways está fuera de mercado, no por las prácticas de Binter, sino por la impericia de quienes creen que se pueden y deben hacer negocios a la sombra del poder, siendo señalados para recibir subvenciones de toda naturaleza- las administraciones regalaban el dinero para promoción turística, esa fenomenal engañifa con la que se excusa todo- y que encima deciden usar de forma artera las subvenciones.
Por si fuera poco, si Binter Canarias es un monopolio se puede deber a varias razones. Por ejemplo, que sea como consecuencia de un servicio que los canarios valoramos y premiamos. Esto es, puede que no sea un problema y que ese monopolio le haya sido otorgado por nosotros, los clientes. Para saber si esto es así, el mercado debería estar lo suficientemente abierto para que mañana puedan incorporarse nuevos operadores aéreos dispuestos a competir por los varios millones de pasajeros que durante el año nos movemos entre las Islas, un mercado que está lejos de ser residual y sí un magnifico negocio por el que competir… si se dan las condiciones.
El problema es que existen unas obligaciones de servicio público que establecen el número de frecuencias y vuelos a las que están las compañías obligadas, fijando al tiempo un rango de precios mínimos y máximos, sobre el que opera la subvención que recibimos los pasajeros, no las compañías, por volar entre islas. Todo regulado, ojo. Con un incentivo tan poderoso, primero, las compañías que no están implantadas en las Islas observan empresarialmente que Binter tiene una fuerza no desdeñable, con un conocimiento del mercado que vale su peso en oro, como ha demostrado superando todos los obstáculos en forma de competencia que le han ido colocando en los últimos 20 años, incluso cuando venían apadrinados por el mismísimo Rivero. Segundo, si existe un rango de precio máximo y mínimo, y una subvención que supone la mitad del precio del billete, lo normal es que el operador se aproxime al precio máximo más que el precio mínimo pues carecen de incentivos para ello. Como siempre, la burocracia puede crear problemas no tan alejados de los que pretendía resolver.
Si el Gobierno quiere acabar con los monopolios lo tiene a su alcance: que hagan desaparecer las subvenciones, las obligaciones de servicio público y permita que el mercado sea quien decida cuántas compañías pueden operar entre islas. Y llegado ese momento, podremos saber incluso a qué destinos se puede viajar, para evitar ridículos como el del Cabildo de Tenerife cuando arremetió contra Binter por no colocar vuelos directos entre la Isla y algunos destinos africanos, alegando la compañía que no existía mercado para ello. La respuesta institucional fue promover la aparición de nuevos operadores que ahora llevan sus vuelos vacíos a Marruecos (en noviembre de 2013, la ocupación es del 29% y ha dejado ya de operar de forma directa entre Tenerife y Casablanca, dándole la razón a Binter). Todo un éxito de planificación burocrática que no desalentará a estos manirrotos en futuras campañas de acoso y derribo a las empresas privadas que no son de su agrado.
2 comentarios:
Soy de leer a diversos escritores por internet y disfrutar de sus pensamientos y reflexiones sobre distintos temas y mucho mejor si hablan de ciudades ya que soy amante del turismo. En este momento quería obtener vuelos baratos lan para disfrutar de llegar a los lugares a buen precio
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