‘Las cosas del Cabildo’ debería ser una forma de explicar las acciones y omisiones de la institución que preside Ricardo Melchior. Aunque para ser justos, ahora ha sido su sosias Carlos Alonso el que nos ha aclarado su siguiente objetivo. Forzar a una compañía privada -Binter Canarias- a establecer conexiones aéreas con África, para que Tenerife no sea ‘tratada como un segundo plato’. Por si el mensaje no es entendido con la suficiente nitidez por parte del operador aéreo, Alonso subraya que la ‘corporación está reforzando los contactos para desarrollar proyectos alternativos con otras compañías’. Todo un dislate, secundado por la Cámara de Comercio de la provincia occidental.
La empresa transportista une Canarias con algunos destinos africanos y se plantea nuevas rutas, que son estudiadas hasta el más pequeño detalle. Conviene observar que, llevados por la euforia de muchos que creían saber pero jamás asumen las consecuencias de su falta de información, ya tuvieron que cerrar con fuertes pérdidas rutas con destinos europeos hace unos años. Ahora fijan su atención en mercados próximos y establecen conexiones en virtud de la oferta que pueden hacer con su flota, propia o alquilada, y la demanda existente. Una de las razones por las que se usa Gran Canaria como base está justificada por la enorme tradición que tiene aquella isla a la hora de hacer negocios con África. No es el caso de Tenerife, cuyos empresarios -con honrosas excepciones- nunca han mostrado demasiado interés por esa zona geográfica. Sin embargo, los hay con larga data allí, de cuando las condiciones eran muchos peores (el presidente de la Cámara , Ignacio González, sabe mucho sobre ello) como en los tiempos en que Iberia hacía escala entre Madrid y alguna capital africana, de madrugada y obligando a pasar la noche en Gran Canaria, ante la ausencia de conexión con Tenerife. Llama la atención que ahora, cuando una empresa canaria tome la iniciativa, se pretenda obligarla con falaces argumentos insularistas. Para un empresario tinerfeño, África está a media hora extra y 50 € de coste más lejos que para un empresario grancanario, razón insuficiente para que se entrometa todo un Cabildo, por muy intervencionista que sea. No cabe duda, tampoco, que si todos los que ahora celebran la ocurrencia cabildicia desean hacer negocios en países vecinos cambiando su historia reciente, pronto Binter establecerá las conexiones que considere pertinentes, so pena de que aparezca un nuevo operador que en el ejercicio de la función empresarial, descubra una descoordinación entre la oferta y la demanda, implante nuevas rutas y precios para corregirlas, colocando así en una situación complicada a la empresa que no supo oír a sus clientes. Esa es la verdadera fortaleza de la economía de mercado y la libre competencia, sin necesidad de que se preste trato de favor a nuevos operadores (¿a qué o quién se refiere el vicepresidente del Cabildo cuando habla de proyectos alternativos con otras compañías?) por parte de unos políticos cada vez más emparentados con el socialismo bolivariano.