Impertinencias relacionadas con el pensamiento políticamente correcto de periodistas y políticos de las Islas Canarias



29 de marzo de 2012

Optofobia (20-03-2012)

UNO pretende ser siempre muy considerado con la gente que enferma porque de esos trastornos no está a salvo nadie. Otra cosa bien distinta es cuando ese alguien que se daña lo es como consecuencia de una vida desordenada y sin apenas cuidado. Aunque lo lamentemos, siempre en nuestro fuero interno entendemos que no puso todo lo que estaba al alcance de su mano para evitarlo. La optofobia se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a abrir los propios ojos. Debe recalcarse que el miedo ha de ser irracional para que se cumpla el presupuesto del mal. Algo de esto, a modo de epidemia, debe estar sufriendo Canarias en fechas como las actuales. No es que resulte antinatural y económicamente suicida oponerse a la extracción del petróleo, sino que muy persuadido se debe estar para argumentar en la forma que se ha hecho. Si uno sigue Twitter, la red social que se convirtió en el primer campo de batalla tras conocerse la decisión del Gobierno sobre las prospecciones petrolíferas, observa de inmediato cómo se confundían por igual los mensajes de políticos iletrados pero muy comparseros con los de jóvenes sin apenas gracia que se dedicaban a reproducir mensajes reiterados entre amenazas y desazón. ¡Poco más! Cabe decir en su descargo —de los jóvenes, no de esos políticos expertos en la supervivencia partidaria— que desde 1993 la educación en Canarias ha estado en manos de Coalición Canaria, desde aquellos tiempos en que se apoderó de todo el entramado educativo un tal José Mendoza, acompañado de un no menos nocivo Marino Alduán. Casi veinte años transcurridos y los resultados son tan desastrosos que tardaremos tiempo en recuperarnos, si es que en algún momento deciden hacer caso al informe PISA.

Si los jóvenes tienen coartada, no pueden tenerla nuestros dirigentes. No solo por ser responsables de ese estropicio, sino porque su oposición al petróleo ha estado más fundamentada en esa eterna y estomagante pelea de egos entre Rivero y Soria que en la argumentación fundada sobre un bien que es escaso y apreciado en todo el mundo. No solo nos caracterizamos por abrir debates inanes sobre cosas que en otros lugares se darían por sentadas, sino que nos especializamos en estudiar cómo convertir en problemas lo que son soluciones universales. Rivero ha apostado por hacer el mayor de los ridículos por la muy infantil idea de no ser él quien pueda otorgar la licencia, mientras que algunos nos empezamos a plantear si para este tipo de cosas es necesario mantener un costoso estado de las Autonomías empeñadas en poner palos en las ruedas del crecimiento nacional. Ridículo reiterado tras manifestar su deseo de crear, ex profeso, un impuesto disuasorio a Repsol de suerte que su cuantía desaconsejara extraer el «maldito oro negro». Y ahora, repita conmigo, ¿de verdad que tenemos que pagar una clase política de este nivel?


Original en: http://www.abc.es/20120320/local-canarias/abci-salazar200312-201203200307.html